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Límites: 1a Persona

febrero 17, 2013

«Cuando hay amor, hay cine», dice la voz en off del corto Límites: 1a Persona. Cuán cierta es esa afirmación. Es imposible que alguien que no ame el cine pueda hacer cine. Pero el corto tiene una doble intención. No sólo quiere pretender que las imágenes cuando tienen un orden, un piano, una voz… pueden parecer poesía. Y como esa poesía, cuando es manipulada y deja de ser video aficionado, puede convertirse en cine.

Al final de cuentas, todo empieza como video aficionado. Pero es gracias a ese amor por el cine en que se convierte en cine. Y León Siminiani tiene claro ese juego que puede ocurrir entre la imagen «real» y la imagen manipulada o convertida en algo. Por eso empieza el corto diciéndonos que «todas las imágenes son largas y sin cortes». Como si así vamos a decir que aquello que veremos, al no tener corte, tiene que ser real. Y nos mete en su juego sobre la búsqueda de la naturalidad para luego advertirnos que la intención detrás de su trabajo era únicamente recuperar a su novia de tres años.

Entonces tenemos que cuestionarnos si su intención de hacer pasar un video aficionado como cine es realmente cine. O si el cine requiere una mágica e inexplicable razón para crearse.

Hay que agradecerle que no responda esa inquietud y nos la deje a nosotros.

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